España

V. ARTÍCULOS DIVERSOS SOBRE CONTABILIDAD DE GESTIÓN

Indice

 

 

 

LA  MEJORA  DE  LAS  ENTIDADES  BANCARIAS  A  TRAVÉS  DE  SU  CONTABILIDAD DE  GESTIÓN

 

Jesús Lizcano Alvarez

(Diario Expansión: 8 de Octubre (I) y 9 de Octubre (II) de 1994)

 

 

           La evolución tan dinámica del entorno en el que actualmente se desenvuelven las entidades bancarias viene a otorgar una notoria trascenden­cia a la contabili­dad de gestión como herra­mienta fundamental para conocer, controlar y hacer más competiti­va la trayectoria de estas empresas en dicho contexto.

 

           Esta trascendencia se materializa en el importante papel que dicha contabilidad de gestión puede jugar en relación con tres aspectos o dimensiones sustanciales para el devenir económico de este tipo de empresas:

 

           a) El conocimien­to real de sus costes, de cara a una reducción y/o racionalización de los mismos.

 

           b) El conocimiento de las rentabilidades de los distintos productos y servicios que desarrolla cada entidad banca­ria.

 

           c) El control de ciertas variables fundamentales, tales como los riesgos de una y otra clase que estas entidades se ven obligadas a asumir en el desarrollo de sus actividades.

 

           Situación actual de las entidades bancarias.

 

           La evolución actual de las entidades bancarias, en lo que a sus resultados se refiere, se puede describir resumidamente como una clara caída de los beneficios. En el primer semestre de 1994 el descenso de los beneficios brutos respecto a igual período de 1993 ha sido de un 25,9% (de un 23,4% después de impuestos). Una evolución de estas característi­cas fuerza más que nunca a estas empresas a intentar progresar mediante la mejora de una variable interna como es la reducción de sus costes. Si bien algunos bancos han venido salvando su cuenta de resultados con beneficios atípicos, se trata en todo caso de medidas coyunturales que no tienen una mínima validez estructural.

 

           Cabe recordar a este respecto que en 1993 casi el 60% del beneficio total de la banca se ha derivado de operaciones de intervención en los mercados (monetarios, cambiarios y de capitales). Sabido es que existen fundamentalmen­te dos tipos de negocio en las entidades bancarias: a) Negocio bancario y b) Negocio de mercado; ahora bien, cuanto más negocio de mercado hacen estas entidades, y menos bancario, se vuelven más volátiles y frágiles en el desarrollo de su negocio. Hay que señalar en este sentido las fuertes pérdidas que se vienen dando en institucio­nes financieras americanas en relación con el mercado de productos derivados.

 

           Si bien el beneficio neto de la banca ha crecido durante el pasado año 1993 en casi un 8% en términos absolutos, cabe señalar que la rentabilidad final ha descendido en 0,7 puntos, quedando en el 0,85%. Si no fuera por la reducción de coeficientes y las operaciones de mercados, el beneficio habría disminuido realmente en un 45%. Por otra parte, hay que tener en cuenta a este respecto que el R.O.E. medio de las entidades bancarias, esto es, la rentabilidad sobre sus recursos propios, se estima que bajará en Europa en el año 2005 hasta un 10%, y conviene recordar que en España esta rentabilidad ha venido siendo de alrededor de un 25%, mientras que lo que viene siendo normal en la Unión Europea es que se mueva en una horquilla de entre un 12 y un 16%; todo ello permite predecir una tendencia natural para la banca española en esa dirección.

 

           Necesidad de una gestión estratégica de los costes

 

           Cuando los márgenes de las entidades bancarias se van estre­chando, debido, entre otras cosas, al incremento de la competencia, así como a la bajada general de los tipos de interés, es fundamental conocer y controlar los costes de los productos y servicios, y adecuar éstos en sus remuneracio­nes a dichos costes.

 

           En este sentido se pueden adoptar, entre otras, estrategias como las siguientes:

 

           A) Reducción de costes de personal. Cabe señalar a este respecto que el ratio de costes de personal (el concepto más importante de los costes de explotación en una entidad bancaria) respecto a los activos totales medios, mientras que en Alemania es de aproximada­mente el 10 por 1.000, en España alcanza el 18 por 1.000. En cualquier caso, dada la naturaleza y las característi­cas que reviste este sector en nuestro país, se viene llevando a cabo la reducción de costes de personal de una forma bastante atemperada -mejor solución en todo caso que si se llevara a cabo de forma traumática- a través de vías tales como: a) La congela­ción de nuevas contrataciones de personal. b) Las jubilaciones anticipadas y c) La concesión de bajas anticipadas.

 

           B) Reducción de los costes generales de operaciones. Para ello se han de adoptar -y se están ya adoptando- nuevos sistemas, por ejemplo, de auditoría y control interno, cuya implantación puede otorgar ciertos logros de eficacia y de abarata­miento de costes, dada la evolución de la informática, que permite desarrollar estas tareas de una forma ciertamente centralizada y sin desplaza­mien­tos del factor humano. Esta dimensión informática permitirá, por otra parte, detectar con mayor rapidez las posibles deficiencias que puedan surgir en el funcionamiento de la entidad.

 

           C) Reducción de los costes indirectos a nivel de entidades. Es importante que el sistema de contabilidad interna permita detectar y actuar sobre las distintas variables que inducen la aparición de estos costes indirectos, entre los que se encuentran los que origina el propio tamaño de las oficinas. En este sentido no hay que olvidar que en España este tamaño es bastante reducido en relación con el resto de los países europeos; concretamente en nuestro país existen 900 sucursales bancarias por cada millón de habitantes, lo que nos otorga el segundo lugar de Europa (después de Bélgica) en este particular ranking.

 

           D) Variabilización o paralelización de los costes en relación con los ingresos. Contando con una adecuada información sobre los costes de unos y otros servicios se puede llegar a poner en marcha una adecuada estrategia de paralelización de costes e ingresos, o lo que es lo mismo, una adecuada tarifica­ción de determinados servicios, aquellos por ejemplo, que antes se llevaban a cabo de forma gratuita. Parece claro que ante el proceso internacional de desregulación (tiende a desaparecer el cómodo diferencial de épocas anteriores), se hace fundamental una adecuada asignación de costes a cada servicio y su correspondien­te repercusión a aquellos clientes que los utilizan.

 

           En este contexto no hay que olvidar, en cualquier caso, otras importantes y positivas facetas de la liberalización, como es la posibilidad de conocer y acceder a nuevos nichos de mercado y de rentabili­dad, introdu­ciendo así una cuña de competencia en el sistema, y por tanto de eficacia a nivel global en el mercado.

 

           Una partida importante de los gastos, y en definitiva de los costes globales es, por otra parte, el impuesto sobre beneficios. Cabe reseñar a este respecto que todo aquello que reduzca las cargas fiscales mejorará la rentabili­dad y/o el cash-flow de las entidades. En este sentido, se deberían considerar algunas medidas, por ejemplo, el aumento de las cuotas de las amortizaciones derivadas de aquellas normas legales que puedan permitir una cierta libertad de amortización. También sería adecuado a este respecto el que la normativa permitiese el aumento de la base amortizable de los activos fijos, a través de su revaloriza­ción, aunque pudieran estar incluso supeditados estos ahorros fiscales, por ejemplo, al mantenimiento de las plantillas.

 

           En este contexto, en el que se presentan constantemente nuevos desafíos para la gestión de las empresas bancarias, hay que entender, por tanto, el hecho que muchos bancos ya no buscan tanto el crecimiento de su negocio (dejando al margen el tema de las fusiones) como la racionali­zación de las operaciones, de sus costes, el control del riesgo, y, en definitiva, el saneamiento de su negocio.

 

           Un claro ejemplo de deficiencias en el control de los costes (y no pretende­mos en absoluto hacer leña del árbol caído) es el de Banesto, cuyos costes de explotación suponían (antes del proceso de intervención) el 95% del margen financiero; además, los costes por morosidad de este banco eran de un 37,6%, esto es, cinco veces más que la media, que se encontraba en el 7,5%. Como contrapunto en esta materia se encuentra el Banco Popular, cuyos costes por morosidad no alcanzaban siquiera el 3%.

 

           Hay que tener en cuenta, en todo caso, que la banca es un sector cuyas entidades se enfrentan, en mayor medida que otros sectores, a determinados problemas o restricciones fácticas en su devenir a corto plazo, tales como la necesidad de mantener un adecuado "pay-out"; un exponente real de esta necesidad es el hecho de que son numerosos los bancos (australia­nos, franceses, británicos, etc.) que en 1993 han distribuido dividendos aún teniendo pérdidas.

 

           Todos los anteriores datos y puntualizaciones no vienen a constituir más que fieles reflejos de la importancia que adquiere, en el contexto de un mercado cada vez más abierto y competitivo como es el bancario, una adecuada contabili­dad de gestión, que permita tender a optimizar y racionalizar adecuadamente tanto las actividades internas como las operaciones externas de los bancos. No podemos en este contexto dejar de hacer referencia al Documento nº 9 emitido por la Comisión de Contabilidad de Gestión de AECA, titulado "La contabilidad de gestión en las entidades bancarias", en el que han participado una decena de estas entidades (Bancos y Cajas), y que ha contado asimismo con el asesoramiento de la Asociación Española de Banca (AEB) y del propio Banco de España. El citado trabajo puede servir, a nuestro juicio, como referente u orientación sobre numerosos temas relativos a este ámbito, tanto a los especialistas en estas materias, como a aquellas personas que en general puedan estar interesadas en las mismas.

 

           Cabe finalmente señalar, a modo de conclusión, que sea cual fuere el camino elegido, las entidades bancarias van a verse obligadas a llevar a cabo un proceso continuo de mejora de su gestión, y ello a través de un mayor y más detallado nivel de autoconocimiento económico, que les permita así incremen­tar la probabili­dad de optimizar en cada momento y cada lugar la combinación de sus productos o servicios, y consecuente­mente, mejorar su grado de adaptación a la continua evolución del mercado.