LOS
PROGRESOS DE
LA CONTABILIDAD
DE GESTIÓN
Jesús
Lizcano Alvarez
(Diario
Expansión: 22 de Septiembre de 1993)
En períodos desafortunados desde el punto de vista económico, como el actual, en el que se experimenta lo que técnicamente se puede considerar como una recesión, y en el que se encuentran a la orden del día las suspensiones de pagos empresariales, no encontrando techo, por otra parte, el desempleo, hay que hacer uso más que nunca, tanto de la racionalidad económica como de la racionalización de los recursos que utilizan las distintas unidades económicas. Una proyección lógica de la racionalidad microeconómica y de la racionalización de los factores que se utilizan en los procesos empresariales determina el carácter estratégico -sobre todo en estos momentos- de una buena Contabilidad de Gestión en la empresa.
No creemos en cualquier caso que en el contexto de la coyuntura actual se
pueden encontrar recetas mágicas, entre otras cosas porque una receta implicaría
una determinada "fórmula" que probablemente dejaría de ser válida
en muy poco tiempo, ya que, por una parte, el entorno económico es cada vez más
cambiante, y por otra, los agentes económicos son cada vez más sensibles a
estos cambios. Hay que tener en cuenta que la economía y los mercados, tanto
económicos como financieros, están cada vez más abiertos y más
internacionalizados, y por lo tanto el grado de dependencia y de sensibilidad de
las empresas, que son realmente el verdadero motor de una economía, es cada vez
mayor ante dichos cambios.
Ahora bien, el hecho de que no existan realmente recetas mágicas, no
quiere decir que las empresas no deban intentar utilizar todas las herramientas
posibles para aumentar su competitividad y mitigar los efectos de la coyuntura
desfavorable. Es cierto que una
buena parte de las causas de la difícil situación actual de las empresas son
externas, o lo que es lo mismo, importadas del entorno, y por lo tanto no se
puedan solucionar directamente por las propias empresas, pero también es
cierto, en cualquier caso, que se pueden tomar otras muy diversas medidas para
aliviar -al menos- la magnitud de los problemas existentes.
Estas soluciones pasan por una mejora en la gestión empresarial,
encaminada a que la empresa sea más flexible y se adapte mejor a las
variaciones de ese entorno, y ello lo puede hacer tanto a nivel comercial, esto
es, intentando adaptar mejor sus productos (bienes o servicios) a las
necesidades del mercado, como también a nivel económico, esto es, creando una
estructura de costes que se adapte lo mejor posible a esas variaciones de la
coyuntura; en uno y otro caso juega un papel muy importante la Contabilidad de
Gestión, como tratamos de poner de manifiesto seguidamente.
La primera medida de las citadas pasa por buscar un incremento en la
calidad de los productos y una adecuación de los mismos a un mercado cada vez más
competitivo. La segunda vía pasa por intentar reducir costes fijos, bien
suprimiéndolos (ello sería ideal, aunque suele ser difícil) o bien a través
de su variabilización, es decir, convirtiéndolos en variables, con lo cual la
empresa se adaptará mejor a los cambios del entorno y sufrirá menos los
efectos de la recesión.
En todo caso, lo anterior no resulta fácil en absoluto, pero en economía
no hay soluciones fáciles, y menos en el mundo microeconómico de las empresas,
en el que aunque se tiene la ventaja de que los efectos de las decisiones pueden
ser más fáciles de medir, y se tarde menos en apreciarlos, existen en cambio
mayores rigideces para la posible aplicación de las soluciones. Conviene
recordar, en primer lugar, que a las empresas les resulta difícil incidir en
determinados costes, sobre todo en aquellos que les vienen dados desde el
exterior, tales como las materias primas, que son ya de por sí variables, o los
costes financieros, que dependerán del mercado monetario y del tipo de interés
existente en el mismo.
En cambio sí se puede incidir en costes como los de personal, vinculando
las retribuciones en alguna medida a los outputs producidos y manteniendo así
los niveles unitarios de productividad, con lo que la empresa en épocas de
crisis soporta mejor la "caída" de los ingresos; con ello se puede
evitar además, esa única reducción de costes que la empresa puede llevar a
cabo fácilmente: los del factor trabajo, despidiendo trabajadores o no renovándoles
los contratos, que viene a ser lo mismo. Dicha vía puede sentar las bases, por
otra parte, para que en momentos mejores los trabajadores en su conjunto pueden
tener mayores posibilidades de aprovechar la bonanza económica.
Se trata, en definitiva, de crear una especie de economía solidaria
en la empresas, válida tanto para los momentos buenos como para los malos, y
que puede contribuir, al ir todos los estamentos de la empresa en el mismo
"barco", a que éste vaya más de prisa. Además, pienso que este
razonamiento es extrapolable para el sistema económico nacional en su conjunto,
donde es realmente urgente que todos los "bueyes" -y perdón por el símil-
tiren de la "carreta" de la economía en la misma dirección; es la única
forma de que ésta vaya más deprisa, y que así, con una mayor
"velocidad" o grado de crecimiento del sistema económico, pueda haber
incremento neto y continuado del empleo.
Cabría preguntarse si la citada filosofía de variabilizar de los costes
del personal ha de ser buena para todo tipo de empresas. Estamos convencidos de
que no se puede generalizar respecto a nada, y en este caso, menos; esta filosofía,
aunque puede ser válida para todas las empresas, sin embargo las condiciones
para su aplicación pueden ser muy distintas, en función, por ejemplo, del tamaño
de la empresa, de la naturaleza de sus operaciones, del sector en el que opere,
de la cultura empresarial existente, etc. En todo caso se trata de cumplir un
objetivo de eficiencia económica, reduciendo -o impidiendo que aumenten- los
costes de personal que incluye cada unidad de producto, con lo que éste podrá
ser más competitivo. Además, esta filosofía es válida igualmente para las
empresas que producen servicios, aunque en algunos tipos de servicios sea más
difícil hacer las correspondientes mediciones.
En general, los aspectos de reducción y control de costes en las
empresas se manifiestan, por lo tanto, como factores cada vez más estratégicos
para las empresas. Además, la empresa española en particular, necesita
incrementar sustantivamente su competitividad; y esto, además de aumentando la
calidad, lo ha de hacer mejorando o reduciendo el precio, y ello se logra a través
de la reducción de costes. Es sabido que la Contabilidad de Gestión está
alcanzando a este respecto niveles importantes de desarrollo y se están
comenzando a implantar nuevas técnicas que permiten tanto disminuir como
racionalizar los costes empresariales, utilizándose no sólo variables
monetarias, sino de carácter cualitativo y no monetario, esto es, analizándose
e integrándose en los análisis costes y otros elementos que no se tenían
antes en cuenta.
Cabe destacar a este respecto la metodología que más impacto va a
tener, en nuestra opinión, en estos próximos años -ya lo está teniendo en
otros países- esto es, la relativa a la gestión y control de las actividades,
es decir, el sistema ABC, que persigue, en primer lugar, una gestión o
racionalización de las actividades, eliminando o reduciendo en lo posible
aquellas menos favorables en términos de valor añadido, y rediseñando, por
otra parte -en base a las propias actividades- los sistemas de información
sobre costes. Esta metodología puede llegar a ofrecer resultados muy distintos
a los que se obtienen a través de los sistemas convencionales.
Existen, además, otras técnicas para mejorar la información interna de
la empresa, por ejemplo, la relativa a la calidad de los productos, calculándose
los costes de la no calidad, esto es, de aspectos tales como los productos
defectuosos, los equipos averiados, los retrasos en los servicios, etc. Ahora la
medición de los costes relacionados con la variable tiempo pasa a
tenerse cada vez más muy en cuenta; imaginemos por un momento que se llegasen a
calcular razonablemente los costes asociados a los tiempos de retraso, de
espera, o de respuesta en servicios como los sanitarios, o los servicios públicos
en general (tramitaciones administrativas, concesión de licencias, administración
de justicia, etc.); en cualquier caso, estos factores van adquiriendo un
creciente protagonismo en las empresas, donde se es cada vez más consciente de
que el "tiempo es oro" y el coste de perderlo es elevado, ya que hay
muchos costes que están asociados al simple transcurso del tiempo.
Nos parece necesario recordar en esta Tribuna, además, que se está
empenzando a desarrollar de forma sustantiva la denominada la Contabilidad de
gestión medioambiental (en AECA se está elaborando un Documento al
respecto) controlándose variables y costes que hasta ahora no se tenían en
cuenta en las empresas, y que a partir de ahora se tendrán que integrar en la
gestión de costes, entre otras cosas, por el surgimiento continuo de nuevas
normas al respecto en el entorno de la CEE; por otra parte, van configurándose
nuevos sistemas para gestionar los costes de la energía, etc.
No quisiéramos acabar estas líneas -dado que somos optimistas por
naturaleza- mostrando una visión pesimista de la situación actual, ya que
pensamos que las expectativas futuras, incluidas las de la empresa española,
son claramente esperanzadoras; para esta conclusión nos apoyamos, por una
parte, en las expectativas de mejora de la coyuntura económica internacional
que se preveen razonablemente a partir de 1994 (y más con el acuerdo tomado no
hace mucho tiempo en el seno del Fondo Monetario Internacional); esto afectará
positivamente a las empresas; por otra parte, confiamos plenamente en que muchas
de las propias empresas van a encontrar vías "internas" para mejorar
su situación, con lo que por fin mejorará la del tejido productivo en general,
y así la economía real, la cual pensamos que necesita cambiar ese
semblante ciertamente triste que ahora tiene, y a la que no le vendría nada
mal, además, aumentar su solidez e independencia respecto a la economía
financiera, que con sus ciertos vaivenes monetarios y cambiarios, tantos
disgustos le dá.